Por sus frutos los conoceréis
“Todo árbol que no da
buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los
conoceréis”
San Mateo 7: 19, 20
En algún momento de tu vida, seguramente
te has encontrado con personas que piensan de la siguiente manera: “Yo
soy un buen cristiano, el hecho que haga cosas que no tengo que hacer
no quiere decir que no ame a Dios”.
Muchos dicen amar a Dios, creer en El y “vivir
para El”. Que fácil fuera la vida cristiana si solo fuera de
decir palabras y ya esta. Las palabras el viento se las lleva. La vida
cristiana no puede vivir solo de teoría, la vida cristiana es práctica,
la Palabra de verdad se tiene que hacer Vida.
Jesús era muy claro en decir: “Por
sus frutos los conoceréis” es decir, tú no puedes andar
pregonando que amas a Dios si tus frutos dejan mucho que desear. Amar a
Dios es honrarle y parte de honrarle es agradarle y eso solo se logra a
través de una vida santa apartada del pecado, es decir, tratar cada día
de cometer menos errores.
Si tu amas a Dios el resultado se vera
en tu rostro, el corazón alegre hermosea el rostro dice la Biblia, las
palabras que salen de tu boca, serán agradables, puesto que de la
abundancia del corazón habla la boca, sin duda serás una persona de buen
vestir en el sentido decoroso, puesto que hasta en eso querrás agradar a
Dios, también serás una persona que aborrecerá el pecado y todo aquello
que lleve a pisotear el nombre de Jesús.
Amigo mío, si hasta el momento siempre
has confesado amar a Dios, pero tu testimonio no ha sido el de un hijo
de Dios, este es un buen momento para pedirle perdón a tu Padre
Celestial, reconocer que no ha existido en tu corazón un deseo real de
amarlo y por ende llevar una buena manera de vivir. Es hora de reconocer
tu error y comenzar a dar un verdadero fruto, un fruto del
arrepentimiento genuino que existe en tu corazón.