Ir al contenido principal

"La reflexion en el espiritud 2 Parte!


„En la primera creación, Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él» (Génesis 2:18). Y en la segunda y nueva creación él dijo a través del Hijo: «De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si “
„muere, lleva mucho fruto» (Juan 12:24). Nota que, en el principio, Dios no quería que Adán estuviera solo y, de la misma manera, en la segunda creación tampoco quería que Jesús (segundo Adán) quedara solo. El propósito de Dios con el primer Adán era la multiplicación de la especie humana. Él le ordenó: «…Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra…» (Génesis 1:28). Para que el hombre se multiplicara, Dios tenía que crear a la mujer. Si Adán se hubiera quedado solo, el propósito de la creación se habría detenido. No hubiese ocurrido lo que conocemos como procreación.“

„Dios tampoco quería que su Hijo, como representante de la nueva creación, estuviese solo. Él deseaba que se multiplicara, y la única manera en que Jesús (el grano de trigo) no quedaría solo, sino que llevaría mucho fruto, era si moría (Juan 12:24). Por eso, el escritor de la Epístola a los Hebreos dice que para Dios poder «llevar muchos hijos a la gloria» convenía que perfeccionase con aflicciones al autor de la salvación de ellos (Hebreos 2:10). Era necesario que, por la gracia de Dios, Jesús «gustase la muerte por todos» (Hebreos 2:9).“

„El relato del Génesis destaca: «Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre» (Génesis 2:21-22). 
Para Dios crear la mujer, durmió profundamente a Adán. Para crear a la iglesia (esposa del Cordero) también sometió a Jesús al sueño de la muerte (Juan 19:30). Miremos ahora con atención la narración del Evangelio según Juan: «Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto [dormido], no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua» (Juan 19:32-34). Es decir, para Dios crear a la mujer de Adán, él tuvo que abrir su costado, mientras éste dormía. Asimismo, mientras el Señor dormía, su costado también fue abierto y salió sangre y agua. Los que han presenciado un parto ven que en el acto del nacimiento fluyen dos elementos: sangre y agua, así también la iglesia nació del costado de Cristo.

La Biblia nos enseña que en la sangre está la vida (Levítico 17:11). Todos conocemos que por la sangre del Señor hemos recibido la vida de Dios y somos justificados. El agua nos habla de nuestra santificación o purificación en Cristo, pero también de nuestra regeneración por el lavamiento. Pablo lo dijo así: «…nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración [nueva creación] y por la renovación en el Espíritu Santo…» (Tito 3:5
„Esta verdad brilla con resplandeciente claridad en las enseñanzas paulinas. Nota lo que dice el apóstol cuando compara la relación matrimonial con la que hay entre Cristo y la iglesia: «Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha» (Efesios 5:25). La iglesia fue creada en Cristo Jesús, que se entregó por ella para santificarla. Esta brotó del costado abierto del Hijo de Dios, fue justificada por la sangre y regenerada por el lavamiento del agua por la Palabra (Efesios 5:26).

„¡Cuán grande fue el gozo de Adán cuando despertó de su sueño y vio su ayuda idónea! ¡Cuán inmensa fue su satisfacción cuando contempló la hermosura de aquel ser que había sido hecho de su misma carne! Pero cuánto más fue su regocijo cuando entendió el propósito por el cual Dios sacó a la mujer de su cuerpo. En su gozo inefable, Adán dijo: «Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne, ésta será llamada varona, porque del varón fue tomada» (Génesis 2:23). Miremos ahora como el apóstol aplica esto a la relación entre Cristo y la iglesia: «Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos» (Efesios 5:28-30). Así que la iglesia es carne de la carne de Jesucristo y hueso de sus huesos, porque fue tomada de su cuerpo.

„La iglesia procede del costado de su esposo, de aquel que se entregó por ella, para presentársela a sí mismo como «... una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha» (Efesios 5:27). La iglesia es gloriosa porque salió del Glorioso; la iglesia es santa porque nació del Santo de Dios; y es sin mancha, porque lleva la imagen del que la creó (Colosenses 3:10). La mujer fue llamada varona porque del varón fue tomada. Así también la iglesia debe ser llamada cristiana porque fue tomada de Cristo (Hechos 11:26). La iglesia no debe llevar el nombre de ningún hombre, de ninguna organización o movimiento eclesiástico, sino el de aquel de quien ella procede. El Señor le dice a su iglesia hoy, como le dijo a Israel: «... yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú» (Isaías 43:1).

„Lo último que quiero destacar, en la analogía entre las dos creaciones, es que después de crear a Adán, y ordenarle que se multiplicara, el Señor le entregó a él el gobierno del planeta. Dios le dijo al hombre: «... llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra» (Génesis 1:28). En la nueva creación sucedió lo mismo. Después que Jesús fue resucitado por el poder del Padre, dijo: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra» (Mateo 28:18). El propósito de Dios era ejercer su gobierno, por la autoridad delegada a Adán, pero este le falló, por tanto, ahora él logra restaurar su señorío a través del reino entregado al Hijo. Y así como Adán fue el Señor de la primera creación, Cristo lo es de la nueva. Pablo, hablando del reconocimiento que el Padre le dio al Hijo, por el logro de su humillación, dijo: «Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús „se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre» (Filipenses 2:9).

„Pablo dijo que Adán es un «tipo» o «figura del que había de venir» (Romanos 5:14). Por el Adán de la primera creación vino la transgresión; por el hombre de la segunda creación, que es el Señor Jesucristo, vino la gracia y la justicia (Romanos 5:15-17). Por el Adán de la primera creación vino la condenación; por el segundo Adán vino la justificación de vida (Romanos 5:18). Por el hombre de la primera creación abundó el pecado, por el Señor de la nueva creación, sobreabundó la gracia (Romanos 5:20). Por la creación dañada reinó el pecado para muerte, pero en la nueva creación reina la justicia para vida eterna, mediante Jesucristo, Señor nuestro (Romanos 5:21). Observa la manera hermosa y comprensible en que el apóstol Pablo compara a los hombres de las dos creaciones, en 1Corintios 15:22,45,47-49: «Así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados... Fue el primer hombre Adán alma viviente, y el postrer Adán, espíritu vivificante... El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo; cual el terrenal [carnal], tales también los terrenales; y cual el celestial [espiritual], tales también los celestiales; y así como hemos traído la imagen del terrenal [primera creación], traeremos también la imagen del celestial», o sea, la segunda creación.“

„Antes de finalizar esta sección, quiero resaltar el siguiente principio: Dios quita lo primero para establecer lo último (Hebreos 10:9). Dios no construye en un fundamento dañado. Cuando él restaura, prefiere destruir para volver a edificar (Jeremías 1:10). En el cuerpo de Cristo, Dios sepultó a Adán y a toda la creación dañada por el pecado. Ahora el evangelio anuncia: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (2 Corintios 5:17).“

Seguros en Cristo Ministry Col. 2.10 
Guildo Jose Merino 
www.tiemporeales.blogspot.com

Zürich / Schweiz

Aprende Inlges en 3 meses, asi de facil